Leyenda de la monja de Santa Pau
En el monasterio de Sant Joan de les Abadesses había una monja llamada Pau que, cuando se enteró que el señor del Castillo de la villa no tenía ningún tipo de caridad con los pobres, quiso hacerle cambiar su actitud. Con otras monjas, fueron al castillo para pedir limosna hasta que el señor las echó diciendo que no tenía dinero. Las monjas le reprocharon que tenía mucha riqueza, que con solo que les diera la tierra que cubría su manto, tenía suficiente. El señor, riendo, aceptó.
Entre todas las monjas cogieron un extremo del manto y estiraron y estiraron hasta que ocuparon todas las tierras del señor. Lo dejaron caer, matando todas las plantas, animales y secando las fuentes.
El señor se dio cuenta que aquello era un castigo y acabó pidiendo perdón a la monja Pau, pero esta lo obligó a ser compasivo con los pobres y, entonces, el manto volvería a su medida habitual. Así lo hizo y todas las plantas y animales volvieron a reavivar.
Desde entonces, el señor dio el nombre de Castell de Santa Pau a su propio castillo, como recuerdo del milagro ocurrido.