El Hayedo de Jordá, en catalán La Fageda d’en Jordà, es una gran reserva natural única en España que crece sobre una zona llana formada por lava que, en su día, vino del volcán cercano Croscat. Por norma general, no se suelen encontrar este tipo de árboles a alturas, alrededor de los 600 metros.

La extensión del gran hayedo es de casi 5 kilómetros cuadrados y conforme se camina por ella, se van notando las diferencias en el terreno fruto de la lava que, en ocasiones, puede llegar a subir hasta los 20 metros, localmente llamados «tossols».

Arte en el bosque

Coge fuerza porque Joan Maragall escribió un poema en su honor. De hecho, podemos encontrar un monolito en su honor en la carretera de Olot al pueblo de Santa Pau, al lado de un aparcamiento. Además, ha sido un lugar místico que ha servido de inspiración también a pintores.

Hay que tener en cuenta que en todo el hayedo está prohibido el uso de vehículos a motor, con lo que se debe recorrer a pie.

Localización del hayedo de Jordá

Podemos encontrar este magnífico bosque en la comarca de La Garrocha, muy cerca de Olot. Debido a su gran dimensión, recorre los pueblos de Santa Pau, Olot y Les Preses y, además, está dentro del Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrocha. En total, está rodeado por muchos de los más de 20 volcanes que hay en la comarca.

En una punta del bosque encontramos la masía Can Jordá, que a día de hoy es un Centro de Conservación de Plantas Cultivadas, protegiendo y cultivando frutales en peligro de extinción.

En el interior del bosque también encontramos la cooperativa La Fageda, que se dedica a producir derivados lácticos y que también da trabajo a disminuidos psíquicos.

El clima y la vegetación de la zona

El bosque lo forman hayas medianas y grandes y se benefician de un clima de grandes lluvias, de ambiente fresco, orientado al norte y suelos marrones en los que estos árboles se sienten muy cómodos y les ayuda a crecer con facilidad.

¿Cuándo visitarlo?

En cualquier época del año es un lugar maravilloso, pero la mejor estación del año es en Otoño, porque la hoja caduca de las hayas cogen colores rojizos, ocres y marrones.

En invierno es mucho más místico, al ver los árboles sin hojas, porque están todas en el suelo. Si vais con niños pequeños, lo convertirán en un juego natural perfecto.

En las estaciones de primavera y verano no habrá cambio de color en las hojas, pero tendréis una temperatura perfecta para caminar y explorar todos los rincones y el contraste entre el verde de los árboles y el color característico del suelo es muy especial y, si miráis hacia arriba, costará ver el solo debido a lo frondoso que se transforma el bosque.

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